En el
mundo de las altas presiones hay un objetivo que se ha perseguido
durante mucho tiempo: la metalización del hidrógeno. En este campo,
la fase metálica de este material ha sido considerada como el santo
grial. Los grupos más poderosos dedican enconados esfuerzos por
alcanzarlo, rozándolo con los dedos en algunas ocasiones y
fracasando estrepitosamente en otras. Los grupos de Gregoryanz en
Escocia, Eremets en Alemania, Loubeyre en Francia o Silvera y Hemley
en Estados Unidos llevan muchísimos años sometiendo al hidrógeno a
presiones brutales para detectar una pista que indique que el hidrógeno
es metálico. También su búsqueda ha abierto nuevos caminos que
hasta ahora nadie se había planteado, como por ejemplo el estudio de
polihidruros y sus propiedades superconductoras. Pero
vamos a empezar desde el principio.
Todo comenzó en 1935, cuando Wigner y Huntington1 analizando los efectos de las altas presiones en el hidrógeno predijeron la posible metalización de este en forma de sólido monoatómico tipo alcalino-metálico. Desde entonces la metalización de este elemento ha sido considerada como una de las fronteras de la ciencia con implicaciones en multitud de campos diversos. En astrofísica, el descubrimiento de hidrógeno metálico podría permitir reproducir las condiciones de los núcleos de muchos planetas como Júpiter o Saturno, y las características especiales observadas en planetas extrasolares descubiertos recientemente. Por otro lado, la producción de hidrógeno metálico podría revolucionar los viajes espaciales, algo que ya ha sido discutido en una más que interesante entrada realizada por Daniel Marín (aquí), debido a que este material es 12 veces más denso que el hidrógeno gas y puede liberar 20 veces su energía al quemarse con oxígeno, produciendo solo agua como residuo de la combustión. Si esto no fuese suficiente, Ashcroft2 en 1968 predijo el comportamiento superconductor del hidrógeno metálico a altas temperaturas. El hidrógeno metálico al tener una masa atómica pequeña se postula para tener un acoplamiento electrón-fonón muy fuerte y una gran densidad de estados en el nivel de Fermi. Todas estas características hacen que el hidrógeno metálico sea un estupendo candidato para exhibir propiedades superconductoras según la teoría de Bardeen-Cooper-Schrieffer (BCS).
Figura tomada de chemistryworld.com |
Todo comenzó en 1935, cuando Wigner y Huntington1 analizando los efectos de las altas presiones en el hidrógeno predijeron la posible metalización de este en forma de sólido monoatómico tipo alcalino-metálico. Desde entonces la metalización de este elemento ha sido considerada como una de las fronteras de la ciencia con implicaciones en multitud de campos diversos. En astrofísica, el descubrimiento de hidrógeno metálico podría permitir reproducir las condiciones de los núcleos de muchos planetas como Júpiter o Saturno, y las características especiales observadas en planetas extrasolares descubiertos recientemente. Por otro lado, la producción de hidrógeno metálico podría revolucionar los viajes espaciales, algo que ya ha sido discutido en una más que interesante entrada realizada por Daniel Marín (aquí), debido a que este material es 12 veces más denso que el hidrógeno gas y puede liberar 20 veces su energía al quemarse con oxígeno, produciendo solo agua como residuo de la combustión. Si esto no fuese suficiente, Ashcroft2 en 1968 predijo el comportamiento superconductor del hidrógeno metálico a altas temperaturas. El hidrógeno metálico al tener una masa atómica pequeña se postula para tener un acoplamiento electrón-fonón muy fuerte y una gran densidad de estados en el nivel de Fermi. Todas estas características hacen que el hidrógeno metálico sea un estupendo candidato para exhibir propiedades superconductoras según la teoría de Bardeen-Cooper-Schrieffer (BCS).
Los
primeros trabajos experimentales en los años 70 vinieron lastrados
por la incapacidad técnica de alcanzar presiones más allá del
Megabar (100 GPa o lo que es lo mismo 1 millón de veces la presión
atmosférica) en régimen estático. De los primeros científicos en
darse cuenta de la importancia de esta fase metálica del hidrógeno hay que destacar el esfuerzo del Prof. Ashcroft; también vieron la luz los primeros trabajos del Prof. Silvera.
En los
últimos años, con la mejora de las celdas de yunques de diamante
que permiten el acceso a presiones cada vez más altas, esta lucha se
ha recrudecido. Los enfrentamientos entre algunos de los jefes de los
principales grupos de investigación han sido evidentes en todos los
congresos en los que coincidían y han rozado en algún caso el mal
gusto. Aún se puede sentir esa animadversión en los comentarios que
se han hecho públicamente al trabajo de Dias y Silvera. Volviendo al
apartado técnico, no solo es necesario que se pueda aplicar
suficiente fuerza a los diamantes sino que estos resistan esos
gradientes de presión. Actualmente, se realizan tratamientos en los
diamantes para que no tengan el más mínimo defecto y se puedan
alcanzar los 4-5 megabares sin necesidad de una segunda etapa, aunque
no sin problemas. El hecho de alcanzar una presión tan alta conlleva unos problemas asociados, más si cabe en el estudio del hidrógeno.
El hidrógeno, al ser tan pequeño, se difunde a través de los
diamantes a altas presiones y se cuela entre los enlaces de carbono
volviéndolos extraordinariamente débiles; cuando el hidrógeno se
mete dentro del diamante, se crean unas diferencias de presión en su
interior que producen su rotura.
¿Cómo
resolvieron Dias y Silvera3
este problema en su trabajo reciente? Primero usaron diamantes
sintéticos con menos propensión a tener defectos que los naturales, y además fueron pulidos para evitar las típicas impurezas de las
zonas superficiales. Para evitar la difusión del hidrógeno, se
depositó una capa de alúmina sobre la culata del diamante y los
mantuvieron siempre a temperaturas por debajo de los 80 kelvin.
Fueron alineados perfectamente uno frente a otro y no se expusieron a
ningún láser hasta la hora de la medida.
Respecto
a la identificación de la fase metálica, se hizo con una técnica
simple que es el objeto de muchas de las críticas de las que ha sido
objeto el trabajo, y es la reflectividad óptica de un láser sobre
la muestra. Los autores observan que la reflectancia a una presión
de 495 GPa es de 0.91, un valor muy cercano a la reflectancia
obtenida en un metal. El espectro de la reflectrividad en función de
la longitud de onda permitió mediante el modelo de Drude estimar el
número de portadores de la muestra a través de la medida de la
frecuencia de plasma. La concentración de electrones por unidad de
volumen resultó ser tan elevado como se espera de un metal (mas de
1023
cm-3).
Hay que destacar que todas estas medidas fueron realizadas a baja
temperatura (5.5 Kelvin).
¿Qué
peros se pueden poner a este trabajo que parece reclamar el
descubrimiento definitivo de la fase metálica del hidrógeno? En
primer lugar, tanto Eremets como Gregoryanz se quejan del método
utilizado para calcular la presión a la que está el hidrógeno.
Cierto es que normalmente la presión a estos niveles se calcula
gracias al pico Raman del propio diamante; sin embargo, en este
trabajo esto no se mide en todo el experimento hasta la última
medida, la que proclama la fase metálica del hidrógeno. Durante el
proceso intermedio, Silvera usa un sistema al menos cuestionable,
como es apretar unos tornillos y suponer que la presión en la
muestra es la misma que la de otros experimentos realizados
anteriormente con la misma celda pero con distintos diamantes.
Figura tomada de la referencia 3 |
Figura tomada de la referencia 3 |
En
definitiva, ¿se ha encontrado la fase metálica del hidrógeno?
Parece que sí y es el trabajo más completo acerca de esta búsqueda
que se ha publicado hasta ahora. ¿Este trabajo es absolutamente
definitivo? No, y además estoy seguro que otros grupos trabajarán
arduamente para refutarlo. Señores y señoras, preparen las
palomitas porque esto no ha acabo aquí. Se lo aseguro,
empieza la guerra.
Texto escrito por Juan Ángel Sans (@tresse77).
Texto escrito por Juan Ángel Sans (@tresse77).
1 E.
Wigner and H. B. Huntington. “On the Possibility of a Metallic
Modification of Hydrogen” J. Chem. Phys. 3, 764 (1935);
http://aip.scitation.org/doi/abs/10.1063/1.1749590
2
N. W.Ashcroft. “Metallic Hydrogen: A High-Temperature
Superconductor?” Phys. Rev. Lett. 21, 1748 (1968):
http://journals.aps.org/prl/abstract/10.1103/PhysRevLett.21.1748
3
R. P. Dias and I. F. Silvera. “Observation of the
Wigner-Huntington transition to metallic hydrogen”
10.1126/science.aal1579 (2017);